martes, 4 de abril de 2017

NO SOY UN MONSTRUO de Carme Chaparro



Nos encontramos ante la primera novela de la popular periodista Carme Chaparro, una novela que ha sido galardonada con el Premio Primavera 2017.

En ella, Carme Chaparro nos relata cómo Kike, un niño de corta edad, desaparece en un centro comercial, en un pequeño descuido de su madre. A todos les viene a la cabeza un caso muy similar acaecido dos años antes en el mismo sitio a un niño de parecidas características.

“No soy un monstruo” nos cuenta la historia de la desaparición y posterior búsqueda de Kike, desde la mirada de los distintos personajes implicados: sus padres, la policía, los medios de comunicación…

Pero no es sólo una novela policíaca en la que hay que descubrir quién ha cometido el crimen y por qué, también es una historia de personas, porque detrás de cada uno hay unas vivencias y unas emociones que merecen ser contadas.

Se nota la profesionalidad de Carme Chaparro y lo bien que conoce su oficio, al dar forma al personaje de Inés y sus diferentes movimientos como periodista estrella a la que le encargan el suceso en la cadena de televisión en la que trabaja. Pero queda claro que éste no es el único personaje perfectamente trazado, sino que la labor de investigación para la preparación de los diferentes perfiles es claramente notable, dando vida, realidad y credibilidad a cada uno de ellos, desde la mencionada periodista, a un comisario, pasando por una jefa de policía o por un pirata informático.

Porque nos podemos encontrar a la citada Inés Grau, a Ana Arén, inspectora jefa del grupo de menores del SAF, a Javier Nori, subinspector de policía, o Joan, un pirata informático que (casi siempre) está al lado de la ley. Los cuatro unen sus caminos profesional y personalmente, tejiendo una relación de amistad que en algunos momentos choca frontalmente con su relación profesional.

Los dos personajes que más peso llevan dentro de la novela son Inés y Ana. Dos mujeres aparentemente fuertes y seguras de sí mismas, de las cuales el lector intuye que han llegado donde han querido. Sin embargo, ambas tienen sus puntos débiles, sus esquinas, sus aristas cortantes. Y eso las hace personas más allá del personaje, reales más allá del papel.

He de confesar que he sentido debilidad por Laura, una anciana que empieza a vivir como ella desea después de quedarse viuda, descubriendo que hay vida más allá de aquello que su buen Genaro le ofreció.

Confieso que la novela me ha generado tanta inquietud que en los momentos que estaba con mi hijo en lugares públicos, con gran afluencia de gente, me costaba quitar la vista de él, por lo que pudiera pasar. Me ha enganchado, me ha intrigado, me ha angustiado y me ha hecho llorar. Sí, he llorado como lectora y como madre, con un dolor en el pecho incapaz de contener. Como sólo se llora con las cosas que te llegan de verdad.

Pude acudir el otro día a una firma de libros suya en Madrid, y me transmitió en persona lo que ya sospechaba tras las cámaras: una profesionalidad, una cercanía y una calidez, que consigue que todo eso se traslade a las páginas de un libro, de cualquiera que quiera escribir.

Como digo al principio, es la primera novela de Carme Chaparro, y espero que no sea la última.



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