Demasiado
ha tardado Rebeca Rus en traernos su nueva novela. Reconozco que a mí aunque
publicase una novela cada tres meses se me haría larga la espera, soy
consciente y sé de primera mano el trabajo que le ha llevado “Todas las bodas necesitan un plan B”. Trabajo de documentación sobre bodas y fotógrafos. Y
trabajo de meterse en la piel de un protagonista masculino. Porque
efectivamente, Rebeca nos presenta por primera vez en la piel de hombre, y,
para mi gusto, lo hace de una forma soberbia.
Marco
es un fotógrafo, que tras meter la pata en la que hubiera sido la ocasión de su
vida profesional, se ver relegado a trabajos menores y a realizar reportajes de
bodas. Decidido a retomar su vida y sus sueños, ve la oportunidad en un trabajo
que a priori lo tiene todo para devolverle esa oportunidad… efectivamente, a
priori. Porque las circunstancias se obstinar en demostrarle que todo, siempre,
es susceptible de empeorar. Pero él no decae en su empeño de encontrar el
encuadre perfecto, la luz perfecta, la imagen perfecta y, sobre todo, su musa
perfecta.
Mención
aparte merece el personaje de Virtudes, la wedding planner. Una mujer cuya vida
resulta ser tan desastrosa como su trabajo y que, sinceramente, tiene poco de
su propio nombre. Eso sí, os hará reír como sólo los grandes personajes cómicos
son capaces de hacerlo.
Quizás
haya gente que catalogue esta novela como género chick-lit, y supongo que
pueden tener razón. Yo, sin embargo, no. No sé si es porque sobrepasé hace
tiempo la franja de edad que se suponen que tienen las lectoras de ese género,
si es porque el protagonista es masculino o si es porque a mí el chick-lit
nunca me ha producido tanta diversión.
Creo
que muchos lectores consideran el humor como un género menor. Y yo no puedo
estar más en desacuerdo con eso. Sobre todo si nos encontramos ante una novela
escrita con un humor inteligentísimo y con unas situaciones propias del
mismísimo Cary Grant (modernizado, eso sí). Y no voy a contar nada más de sus
protagonistas, porque cada uno se merece que lo descubráis por vosotros mismos.
Sinceramente,
yo no soy mucho de historias de amor, pero lo que he podido llorar de la risa
con ésta, no está escrito.
Por
cierto, aparte de la propia novela, me declaro también muy fan de su portada.
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